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El fiscal especial antidroga, ayer, durante su comparecencia en Valencia tras reunirse con todos los delegados provinciales. :: j. c. cárdenas. efe
La fiscalía anuncia una ofensiva contra los clubes de marihuana

La fiscalía anuncia una ofensiva contra los clubes de marihuana

El fiscal antidroga cifra en una veintena los asentados en la Comunitat y alerta de que los asesoran gabinetes jurídicos

J. A. MARRAHÍ

Sábado, 25 de octubre 2014, 01:02

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«No existe ningún vacío legal y vamos a actuar contra estas asociaciones en la medida de nuestras posibilidades. Una cosa es asociarse para defender la legalización de la marihuana y otra bien diferente fundar un club público, plantarla y distribuirla entre socios».

José Ramón Noreña no se anduvo ayer con medias tintas. Coincidiendo con un encuentro en Valencia de los fiscales antidroga de toda España, anunció la voluntad firme de su colectivo profesional a la hora de combatir los emergentes clubes cannabicos como los que ha detectado esta semana LAS PROVINCIAS en la Comunitat.

Noreña aseguró que el germen de estos grupos se encuentra en Cataluña, donde se han establecido ya 400. En el País Vasco hay alrededor de 200 y en la Comunitat operan «entre 20 y 30», según el mayor experto de España en la lucha contra el narcotráfico, más incluso que Madrid, que apenas supera la decena.

Las valencianas, apuntó Noreña, funcionan como «sucursales» de las catalanas. Es decir, han importado un modelo de estatutos casi calcado en el que el fiscal especial aprecia «un claro asesoramiento de gabinetes jurídicos» para fijar «trampas legales» y lograr así la deseada impunidad. Salvo pequeñas diferencias, la estrategia es siempre la misma: el club se inscribe como asociación en registros autonómicos, fija un local y una cuota anual para los llamados «consumidores lúdicos» y procuran marihuana gratis o con cuota reducida para los que catalogan como «consumidores terapéuticos». En algunos casos, hasta expiden un carné para los usuarios o amparan la «contratación de jardineros» para abastecer al club.

Noreña no sólo aprecia el peligro de un tráfico de drogas encubierto. Tampoco le tranquiliza el tope de dosis diaria o mensual de cannabis que dicen marcar los clubes. «Los cultivos que se realizan en locales o viviendas cerradas», los ya clásicos invernaderos, «están produciendo cannabis con principios activos superiores a los que veíamos hace unos años». El resultado, «más riesgo de cáncer de pulmón y brotes de psicosis esquizofrénica y no nos gustaría encontrarnos con una auténtica epidemia».

Pocos, amigos y en casa

El fiscal antidroga recordó que el único supuesto de autoconsumo compartido tolerado por el Supremo es el de un número reducido de personas conocidas que se juntan en una casa para tomar el cannabis que aporta un tercero. Y esto «no es aplicable a las asociaciones» emergentes en la Comunitat y en otros puntos de España. De hecho, algunos clubes suman «centenares e incluso miles de miembros», calculo el responsable judicial. Uno de los valencianos, por ejemplo, promete a sus socios estar «informados y servidos».

En el otro lado de la polémica están los clubes nacidos en tierras valencianas como Alcannabis, Asociación Lúdico Terapéutica Santa María o Maris, cuyo local está en plena zona universitaria. No sólo abogan y luchan por la legalización. Consideran que su apertura causa un «gran beneficio social» porque el consumidor no tiene que trapichear con 'camellos' y, además, garantizan la marihuana que, según sus criterios, precisan algunos enfermos.

Es lo que denominan «cannabis paliativo», un concepto que también ha desencadenado críticas del Colegio de Médicos de Valencia. Los profesionales recuerdan que el cannabis es ilegal y no se puede recetar. Además, «suministrarlo o aconsejarlo a un paciente sin ser profesional es intrusismo», advierten dispuestos a vigilar esta posibilidad.

Noreña también aportó contrapesos para esas posturas. «La legalización de cualquier sustancia prohibida, si no se adopta en el ámbito internacional, acaba generando contrabando. Y no creo que Naciones Unidas esté por la labor». Y fue más allá: «Desde el punto de vista epidemiológico, está comprobado que toda sustancia legal se consume más que la ilegal» Y puso el sencillo ejemplo del alcohol, «la droga más grave de España por número de personas afectadas».

Fiscales y policías se han fijado el reto de frenar los clubes. Las asociaciones cannábicas se nutren de abogados para defenderse. Los jueces tendrán al final la última palabra.

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