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José Antonio, en su casa, durante la entrevista. :: txema rodríguez
Los conductores arropan al taxista al que arrancaron los ojos

Los conductores arropan al taxista al que arrancaron los ojos

Una colecta del sector reúne ya miles de euros con pegada de carteles y una campaña «para que nuestro compañero salga adelante»

ARTURO CHECA

Miércoles, 10 de febrero 2016, 20:54

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«Él tuvo la mala suerte de pillar al malnacido que le ha quitado las ganas de vivir, pero cualquiera de nosotros lo podía haber subido al coche aquella maldita noche de Fallas de 2015 en el puente del Ángel Custodio». Las palabras de Alfredo Férriz resumen el sentir de un colectivo profesional y de una asociación, la naciente Élite Taxi Valencia (integrada por taxistas autónomos), con la historia de José Antonio, el taxista al que un atracador arrancó literalmente los ojos y dejó ciego por una simple carrera de 90 euros. «Prefiero estar muerto. Esto no es vida», confesó hace dos semanas a LAS PROVINCIAS en una entrevista exclusiva en la que desnudó su alma. Y los taxistas no han tardado en reaccionar.

«Nos hierve la sangre al saber que nuestro compañero está pasándolas canutas económicamente sin que nosotros hagamos nada al respecto. Ya sabíamos lo que le había pasado, pero al verlo en el periódico decidimos reaccionar», expone Férriz. Y los teléfonos móviles han sido los primeros escenarios en los que la solidaridad ha comenzado a correr a raudales. 'El taxi de Valencia con nuestro compañero José' es el nombre de la iniciativa difundida. Primero «a través de grupos de whatsapp en los que controlamos a más de 500 compañeros», explica el miembro de la junta directiva de Élite. Ya hay 130 taxistas apuntados, con el compromiso de donar cada uno un mínimo de 20 euros. Casi 3.000 euros en lo que parece sólo el comienzo del donativo. Hasta el día de hoy, jueves, miembros de la asociación estarán de cinco a siete de la tarde a las puertas del bar situado en Gran Vía Ramón y Cajal número 5 de Valencia, junto a la sede de la ONCE (habitual local de reunión de los taxistas autónomos), con una hucha en la que cualquier taxista o ciudadano podrá aportar una ayuda para José Antonio. «Esta semana nos reunimos con él para comunicarle nuestra idea. Se emocionó profundamente», recordó Férriz.

Las cifras de ayuda no han hecho más que empezar. Este fin de semana la campaña se ha disparado y la respuesta puede ser mayor. Los taxistas han pegado carteles de ayuda a José Antonio por 50 paradas de taxi de Valencia y se ha difundido la campaña por las cuentas de Twitter y Facebook de la entidad nacional Autónomos Unidos, con más de 1.100 seguidores. «Taxistas de toda España ya nos han dicho que están dispuestos a colaborar, a la espera de una cuenta bancaria», explica el representante de la asociación. Y la cuenta ya está disponible para todo el que quiera: ES08 3118 2043 1328 1001 3673.

«No vamos a consentir que ningún compañero pase calamidades y penurias», subrayan desde Élite Taxi. Entre sus objetivos, concentrarse también cuando se celebre el juicio contra el desalmado que arrancó los ojos a su compañero. Algo para lo que de momento no hay fecha y que también pesa en el alma de José Antonio. Cuando el donativo este listo, los autores de la iniciativa se reunirán de nuevo con la víctima «para entregarle la hucha, con los nombres escritos de todos los compañeros que han colaborado, para que José se sienta arropado con el respaldo de todos nosotros, que sepa que los taxistas sabemos lo que le sucedió y nos hemos unido para echarle un cable».

Hoy José Antonio vive pegado a un bastón y subsiste con una exigua pensión. En marzo apenas llevaba un año dedicado al taxi, tras dejar su anterior profesión. Recuerda horrorizado cómo el autor del ataque, un joven de 19 años, se abalanzó sobre él cuando le pidió 90 euros tras llevarlo de Valencia a Ontinyent. Literalmente le sacó los ojos de las cuencas. «Fue directo, como un gato, se me abalanzó a la cara», recordaba en la entrevista con LAS PROVINCIAS. La oscuridad de un camino del municipio de la Vall d'Albaida es la última visión de José Antonio. Y el ruido de los coches que le rodeaban pero ya jamás pudo ver. Mientras, el agresor sigue en la calle. El juzgado desatendió las dos peticiones de ingreso en prisión de la víctima. Y José se aferra a sus hijos para seguir manteniendo la esperanza: «Esto no es vida».

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