Borrar
Urgente Detienen a una abuela y a su nieto menor de edad por traficar con drogas en la Ribera Baixa
Plaza de Zorrilla
Valladolid, en 48 horas

Valladolid, en 48 horas

Fue la capital de España (1601-1606) y aún hoy lo es de la buena vida, con museos tan importantes como el Nacional de Escultura, magníficos teatros y auditorios y las mejores barras de tapas de Castilla

GUÍA REPSOL

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 15:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aquí nacieron o vivieron o murieron tantos personajes ilustres (Colón, Felipe II, Cervantes, Zorrilla, Delibes), que uno podría estarse dos días sin hacer otra cosa que visitar casas-museo. Fue la capital de España (1601-1606) y aún hoy lo es de la buena vida, con museos tan importantes como el Nacional de Escultura, magníficos teatros y auditorios y las mejores barras de tapas de Castilla, que estos días se baten en duelo en el Concurso Nacional de Pinchos que se celebra hasta el día 15. El momento perfecto para comerse la ciudad.

Primera mañana: entre ilustres personajes

10.00 Bienvenida de Cervantes

Nuestro paseo comienza en la plaza de la Universidad, donde nos recibe, esculpido en bronce, Miguel de Cervantes, que vivió aquí de niño y también en el momento más importante de su carrera literaria, entre 1604 y 1606, cuando publicó la primera parte del 'Quijote'. Frente a la estatua, se alza la fachada barroca de la Universidad. Y a su espalda, la catedral. Rodeándola, veremos, desde la plaza de Portugalete, que el edificio se interrumpe de golpe, como cortado por una guillotina. Y es que la obra, iniciada en el siglo XVI sobre planos de Juan de Herrera, quedó inacabada por falta de fondos.

11.30 La cuna de Felipe II

A un paso de la catedral arranca la calle Angustias, en cuyo número 1 se sitúa el magnífico Teatro Calderón, que además de 'troupes' en gira, acoge la Semana Internacional de Cine, Seminci. Avanzando por esta misma calle, con la mirada entretenida con los muchos detalles de las casas señoriales, llegaremos sin darnos cuenta a la plaza de San Pablo. La esquina de la derecha, según se entra en la plaza, está ocupada por el palacio de Pimentel, donde nació Felipe II. Hoy es la sede de la Diputación de Valladolid. En el exterior, repararemos en la preciosa ventana esquinera, de estilo plateresco; dentro, en el zaguán decorado con azulejos de Talavera. A la izquierda aparece el Palacio Real, del siglo XVI, que fue la residencia de Felipe III mientras Valladolid fue la capital de España, entre 1601 y 1606. El otro lado de la plaza se halla ocupado por la iglesia de San Pablo, cuya fachada es una filigrana gótico-isabelina, tan fascinante como su interior catedralicio.

12.30 Orfebrería de piedra

Justo detrás se encuentra el Museo Nacional de Escultura, que está alojado en el colegio de San Gregorio. Un museo excepcional por tres motivos: por el propio colegio, que es orfebrería fina de piedra, del siglo XV; por su reciente rehabilitación, obra de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano; y por el contenido, un compendio de imaginería española, con piezas de Alonso Berruguete, Juan de Juni o Gregorio Fernández, entre otros. El fondo del museo es tan amplio que está distribuido por otros edificios vecinos: el palacio de Villena y la casa del Sol.

13.30 Plaza Mayor: el gran escenario

Desde San Pablo se va directamente, por la calle de Felipe II y su prolongación, a la Plaza Mayor, el punto de reunión preferido de los vallisoletanos. Muchos quedan a los pies de la estatua de Don Pedro Ansúrez, el repoblador de Valladolid. Es escenario de mercadillos, fiestas, actuaciones y de las famosas procesiones de Semana Santa. También lo fue de los tristemente célebres autos de fe de 1559, inmortalizados por Delibes en 'El hereje', cuando 2.000 personas cómodamente sentadas presenciaron cómo la incipiente comunidad protestante vallisoletana era condenada a la hoguera. Está rodeada por edificios con soportales. El más importante, en el lado norte, es el Ayuntamiento, de estilo neorrenacentista, presidido por la Torre del Reloj, que se puede visitar llamando a la Oficina de Turismo. En el lado contrario, destaca el Teatro Zorrilla.

Primera tarde: recuerdos de Filipinas

14.00 Pinchos de campeonato

Hora de elegir alguno de los buenos restaurantes que hay alrededor de la Plaza Mayor. Como La Criolla, que es un referente de la mejor cocina castellana. Son famosas sus mollejas. El Caballo de Troya es otra institución. Se encuentra en un palacio del siglo XVI, con precioso patio de columnas. Es imprescindible probar las legumbres y los postres caseros. También en la calle Correos, en el número 7, está La Mina, del mismo propietario que La Criolla, con buenas tapas. Aunque, si lo que queremos es probar las mejores tapas y pinchos de campeonato, iremos a Los Zagales, que ha ganado varios concursos nacionales: croquetas, hojaldrillo relleno, verbena de canapés, embutidos ibéricos, mollejas de lechazo Otro excelente lugar para tapear es Villa Paramesa, donde hacen pequeñas obras de arte gastronómicas.

16.00 Campo Grande: de hoguera a jardín

La calle Santiago lleva en cinco minutos de la Plaza Mayor al Campo Grande, un triángulo verde de unos 500 metros a cada lado (11,5 hectáreas) que es el pulmón verde de la ciudad. Este parque, construido a finales del siglo XVIII, se acondicionó en 1877 como jardín romántico. Si el tiempo acompaña, es un placer grande y gratuito pasear hasta la pérgola y la fuente del Cisne, hacia el estanque y la cascada, y hacerse una foto en el monumento al Fotógrafo, al lado del paseo del Príncipe.

Es un placer grande y gratuito pasear por el Campo Grande, pulmón verde de la ciudad, hasta la pérgola y la fuente del Cisne o hacia el estanque y la cascada

17.30 Del Pisuerga al Pacífico

Cruzando el Campo Grande se sale al paseo de los Filipinos, donde se halla el Real Colegio de los Padres Agustinos. Su interior acoge las 18 salas del Museo Oriental. Es el legado de los agustinos, que, desde el siglo XVI, fueron los principales evangelizadores del sudeste asiático. A su regreso, trajeron consigo parte de la cultura de los países donde vivieron: caligrafías y muebles chinos, cerámica de Filipinas e incluso la armadura de un samurái japonés de los siglos XVII-XVIII.

19.00 Tiendas y ríos de luz

Al salir del museo, bordeamos el Campo Grande por la izquierda (o sea, por el oeste) siguiendo el paseo de Zorrilla, una arteria animada y llena de comercios y tiendas de las mejores firmas, y luego continuamos por Miguel Íscar hasta la plaza de España. Por la mañana hay mercado de frutas y flores, pero a esta hora, sin embargo, está algo más tranquila, así que podemos aprovechar para tomar un café. Después salimos de la plaza por la calle López Gómez y doblamos por la segunda a la izquierda (Fray Luis de León). Hemos de ir despacio; si no, nos pasaremos la entrada del Pasaje Gutiérrez. Se trata de una corta galería comercial cubierta, recuerdo de la época de prosperidad burguesa, que se levantó en 1886, siguiendo la moda de las grandes capitales europeas de la época. El Pasaje Gutiérrez forma parte de la ruta Valladolid, ríos de luz: 35 edificios y monumentos de la ciudad que, al caer la noche, se iluminan con luces led de diferentes colores. Por ejemplo, las torres de las iglesias lucen moradas en Adviento, Cuaresma y Difuntos. El recorrido puede hacerse por libre, descargándose previamente el folleto, o con guía.

21.00 Trigo para cenar

A 150 metros del Pasaje, junto a la catedral, abre su puerta el restaurante Trigo, cuyo nombre es un homenaje al 'oro de Castilla' y cuya cocina, creativa pero no minimalista, ofrece lo mejor que da esta ancha tierra cada temporada: verduras de las huertas de Tudela de Duero y La Bañeza, carnes supremas de Castilla y León, setas, trufas, caza, quesos

La velda se puede prolongar en alguna de las cuatro zonas de marcha que hay: Paraíso, Coca-San Lorenzo (la más pijilla), Universidad-Portugalete (la más animada) y alrededor de la iglesia de Santa María de la Antigua, a un paso de donde hemos cenado.

Segunda mañana: A casa de Cervantes en el primer Renault

10.00 Ciencia sobre el río

Comenzamos la segunda jornada en Valladolid visitando el Museo de la Ciencia. El edificio es obra de Rafael Moneo y Enrique de Teresa, que aprovecharon una antigua fábrica de harina. Conserva una de las fachadas de ladrillo rojo, que contrasta con la torre enrejada o con la cúpula de hormigón del planetario. En su colección, llama la atención el único coche declarado Bien de Interés Cultural en España: un modesto Renault 4, el primero que salió de la fábrica de FASA Renault en Valladolid, en 1953. Cruzando el Pisuerga por la pasarela peatonal, se accede a la casa del Río, un anexo del museo donde se explican los ecosistemas fluviales con módulos interactivos, pero también con acuarios y terrarios llenos de peces, anfibios y crustáceos que habitan (o habitaron alguna vez) estas aguas y estas riberas. Desde la pasarela, disfrutamos de una magnífica vista de la ciudad, con el Puente Colgante frente a nosotros.

11.30 Por la moderna margen izquierda

Tomamos la avenida de Salamanca como eje de la ruta y nos dirigimos hacia el norte. En nuestro recorrido, podemos ver el antiguo Monasterio de Nuestra Señora de Prado, que ocupan las consejerías de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León; el Centro Cultural Miguel Delibes, obra de Ricardo Bofill, con una sala sinfónica que sirve de nido a la Orquesta de Castilla y León; o la sede de las Cortes de la Junta de Castilla y León . Para variar (y ahorrar fuerzas), podemos usar el servicio gratuito de préstamo de bicicletas Vallabici.

12.00 La Leyenda del Pisuerga

Hemos llegado al Puente Mayor, el más antiguo de la ciudad. Cuando lo crucemos, a nuestra derecha veremos la playa de las Moreras donde, en verano, se tuestan y remojan los vallisoletanos. También veremos una embarcación blanca que recuerda a los viejos vapores del Misisipi. Es la Leyenda del Pisuerga, un barco de 25 metros que zarpa los sábados y domingos, a las 12.00, hacia Arroyo de la Encomienda, cinco kilómetros río abajo. Información y billetes, en la Oficina de Turismo.

12.30 Dulces y arte contemporáneo

Damos la espalda al Pisuerga para meternos por la calle de la Encarnación, en cuyo número 6 está el monasterio de Santa Isabel, de clarisas franciscanas, que además de una curiosa visita, tiene fama por sus dulces: Isabeles, Amarguillos, Cocadas, Paciencias Justo enfrente, en el antiguo monasterio de San Benito, se halla el impresionante Patio Herreriano (Museo de Arte Contemporáneo Español), cuya colección contiene más de 1.100 obras de artistas de la talla de Dalí, Miró, Chillida o Tàpies.

13.30 La casa de un famoso hidalgo

Aunque vayamos justos de tiempo, merece la pena hacer una escapada al Museo Casa de Cervantes. El escritor vivía en este inmueble cuando publicó la primera parte del Quijote (1605). En su interior se ha recreado el ambiente de una casa discretamente decorada, de acuerdo con las posibilidades de un hidalgo del siglo XVII. Hay que darse prisa porque cierra a las 15.00. Desde el Patio Herreriano, es un paseo de un cuarto de hora.

Segunda tarde: Glorias del pasado y de la cocina

15.00 Asadores, barras de tapas y gastrobares

Para comer, hay dos sitios bien conocidos por su lechazo: El Figón de Recoletos y La Parrilla de San Lorenzo. Una alternativa más moderna (y alejada del centro) es la cocina creativa de Ramiros, en el Centro Cultural Miguel Delibes. Y una tercera opción es hacer alguna de las diez rutas de tapas que proponen los hosteleros vallisoletanos. Algunas sugerencias: en Don Bacalao tienen curiosas tapas de eso mismo, de bacalao: en compañía de boletus o sus cocochas al pil pil y con salsa de toffee Hay quien prefiere el arroz a la zamorana de Vinotinto o las tortillas rellenas de La Central. Entre los clásicos, destacan las tostas y los bocadillos recién hechos de La Cárcava y los torreznos del Alarcón. Lo último, lo más actual, son gastrobares como MQ y la moda oriental: Sushitería, que además organiza talleres, o Taberna Wabi-Sabi.

17.00 Otros dos vecinos famosos

La tarde la vamos a dedicar a visitar las casas de otros dos vecinos ilustres. Primero, la renovada casa de Zorrilla, en la que nació el autor en 1817 y donde vivió sus primeros siete años. Entre las piezas que se exponen, están su mesa de despacho y su máscara mortuoria. Tiene también un jardín romántico, perfecto para una escena a lo don Juan con doña Inés. De hecho, hay un tablón recortado para la foto.

Después visitamos la casa Museo de Colón, que no es, como algunos creen, donde el navegante murió en 1506, porque nadie sabe con certeza en qué lugar de Valladolid lo hizo. La casa reproduce parcialmente el palacio virreinal de su hijo Diego en Santo Domingo y ofrece información sobre Colón y su época con un gran despliegue multimedia. Merece la pena acercarse luego, por las Colón y Cardenal Mendoza, al palacio de Santa Cruz, que es el monumento que mejor refleja el Valladolid de los tiempos del almirante. Edificado en el siglo XV por dicho cardenal, aloja el rectorado de la Universidad y encierra tres maravillas: el patio de tres pisos con arquerías de medio punto, la biblioteca vieja y la talla del Cristo de la Luz, de Gregorio Fernández.

18.00 Alternativa cultural

Si las glorias del pasado no nos conmueven, la alternativa para pasar la tarde puede ser el arte más actual, que se crea, se expone, se canta, se interpreta y se representa en el LAVA, laboratorio de tendencias instalado en los antiguos Mataderos, al final del paseo de Zorrilla, en el número 111. Hagamos lo que hagamos, luego regresaremos al centro histórico, hacia la Plaza Mayor, dando un último paseo por calles que ya son un poco nuestras. Nos confundiremos con los transeúntes que hacen las últimas compras o con los grupos de amigos que deciden el sitio donde cenar o tomar una copa. Tampoco hay que matarse a pensar, porque las zonas de copeo coinciden con las de tapeo. Solo cambian los locales.

Fuente: Guía Repsol

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios